Mi familia y yo estamos a punto de tener un cambio radical en nuestras vidas, no tengo duda de que es para bien, pero nada viene sin sacrificios. La mitad de lo que poseo esta terminando en la basura (entiéndase por basura por el reciclado con el mayor y responsable cuidado) y la otra mitad la estoy vendiendo, tengo el orgullo de decir que lo que considero indispensable y no esta a la venta son meramente mis calzones y una pila de libros indispensables. No tengo un particular apego por lo material, al menos eso pensaba.
Porque hoy vendí mi bicicleta de carreras, sin duda mi posesión mas preciada, mas de la mitad de mi vida la he vivido con ella. No tenemos grandes aventuras dignas de una novela, pero es parte de mi vida donde ella siempre estuvo ahí, los lugares donde he vivido, viajes que he hecho, la gente que he conocido; y fue hasta que la furgoneta que se la llevo desapareció a la distancia cuando no resistí y se me salieron las lagrimas, cambiar algo de tanto valor por algo tan efímero y vulgar como el dinero me pareció un crimen.
Apenas esta mañana estaba escuchando las noticias y me di cuenta que a algunos cuantos huesos duros les esta ya resultando claro que el sistema capitalista pseudodemocrático se esta desmoronando por su inequitativa y corta de mente estructura. Basar el progreso y bienestar en objetos físicos apegado a un crecimiento infinito es un suicido a largo plazo, y yo mismo y mi profesión somos la evidencia de las perversidades del sistema.
Lo bueno de la vida es que nada dura para siempre, lo incoherente es lo primero que cae y sin duda este sistema inoperante para la mayoría y absurdamente provechoso para pocos se terminará. Igual que el adiós a mi bicicleta dolerá, pero como dijo Eduardo Galeano, palabras mas, palabras menos: "este mundo esta embarazado de otro mucho mejor, el parto será doloroso, pero no hay duda de que vienen tiempos mejores".
Quien vea estos tiempos con temor sigue pensando de la manera lineal y de corto plazo de la era del consumismo, yo veo un gran futuro de inmensas oportunidades; ya no quiero tener una bicicleta, pero deseo seguir sintiendo la brisa en la cara y la libertad de ir a donde yo quiera impulsado por mis piernas.
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